domingo, 1 de mayo de 2011

Una batalla y con ella el resultado de una guerra: Hitler invade Rusia

El 22 de junio de 1941, Alemania invadió la Unión Soviética, incluso cuando Inglaterra no había sido derrotada. Hitler, convencido por los servicios secretos alemanes de la debilidad soviética, creía que la invasión concluiría antes del invierno y prohibió a sus generales pensar de otra manera. De esta forma, un día antes de la invasión, 3.050.000 soldados alemanes esperarían el inicio de la mayor operación militar hasta la fecha, distribuidos desde Finlandia hasta el mar Negro. Unos 950.000 soldados de otras naciones aliadas de Alemania, acompañaban a los alemanes. Estas tropas desempeñarían un papel fundamental en el desastre alemán en Stalingrado, un año y medio después.
Para diciembre de 1941, era claro que el rumbo de la guerra en la Unión Soviética no era el que el Alto Mando Alemán había planeado, debido a que Leningrado y Sebastopol continuaban resistiendo en el norte y el sur respectivamente y la ofensiva contra Moscú había llegado a un punto muerto. Entonces, cuando menos lo esperaban, los alemanes se encontraron luchando contra una contraofensiva soviética desde la capital rusa y tuvieron que afrontar el hecho de que, a pesar de haber matado y capturado a cientos de miles de soldados del Ejército Rojo en los últimos meses, de alguna manera el Alto Mando Soviético había encontrado reservas suficientes para emprender una poderosa contraofensiva. Tardíamente, los invasores comprenderían que, para fines prácticos, las reservas enemigas eran inagotables.
Sin lugar a dudas la suerte de esta colosal batalla selló los destinos de la Alemania nazi y con ella los caminos de la segunda guerra mundial.

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