viernes, 23 de julio de 2010

¿LAS LEGIONES ROMANAS EN CHINA?


Miren este tema que interesante: Según la historia oficial, se considera que el primer contacto entre romanos y chinos se produjo en el año 166, cuando una embajada enviada por Marco Aurelio llegó hasta Luoyang. Las distancias tan grandes para aquellos tiempos impidieron el establecimiento de serias relaciones diplomáticas entre las dos culturas más florecientes conocidas hasta la fecha, y el conocimiento que tuvieron entre sí los dos pueblos fue vago e inexacto. Los chinos denominaron al Imperio Romano como “Li-jien”, que etimológicamente procede de la palabra “legión”, a través de algunos de sus comerciantes que se movieron por Alejandría.
En base a unos estudios de hace cincuenta años que conectan narraciones de historiadores coetáneos chinos y romanos, y gracias a trabajos genéticos y antropológicos actuales en una pequeña región noroccidental china que curiosamente se llamó en el pasado “Li-jien” se abre una brecha en lo admitido hasta la actualidad con respecto al contacto entre los dos Imperios, y lo que empezó con tintes de leyenda empieza a perfilarse como una realidad bastante más que plausible.
Año 53 a.C.
Licinio Craso emprende una arriesgada campaña en Asia, y al frente de 45.000 hombres se adentra en el imperio de los partos, un poderoso reino oriental, medio bárbaro y medio griego, como herencia de las campañas de Alejandro Magno y que ocupaba los territorios de los actuales Irán, Irak y parte de Turquía. Craso es uno de los tres elementos que conforman el triunvirato que rige toda Roma y desea laurearse en la guerra al igual que hacen Julio César, que triunfa en esos momentos en las Galias, y Pompeyo, que se haya en Hispania escarmentando a los rebeldes íberos que bajo Sertorio aspiran establecer un estado independiente con capital en Osca (Huesca).
Los romanos que lidera están compuestos por siete legiones, 4.000 arqueros y 4.000 jinetes galos, y se creen capaces de escarmentar a la temida caballería parta, que es el cuerpo principal del ejército enemigo.
Los sucesos de esta contienda nos han llegado a través de escritos de Plinio y Plutarco, y lo fundamental es que una vez atravesado el Eúfrates, probablemente con las tropas estiradas en una marcha formada por una delgada columna, son atrapadados por sorpresa por la caballería enemiga en Carrhae (Carras, la actual Harran para los turcos). Se produce un descalabro de primer nivel, en el que seguramente los partos dividirían al temible ejército romano en partes, aislándolo en grupos y haciéndolo más vulnerable a las acometidas de los jinetes, y el resultado fué de más de 20.000 muertos con Craso al frente, y más de 10.000 prisioneros. Tras la batalla gran parte de los prisioneros son utilizados en trabajos forzados, pero algunas unidades de élite son enviadas a Bactria (otro territorio que fué un reino helenístico), al norte del actual Afganistán, a orillas del río Oxus (actualmente denominado Amu Dariá) para proteger la frontera y combatir a los antecesores de los hunos, nómadas que por aquellos años asolaban esas tierras. Y qué mejor que enviar a los mejores romanos supervivientes para contenerlos.
Aquí, en los confines orientales conocidos para los mediterráneos desaparece la pista de lo que debía ser una legión, la legión perdida. Años más tarde, cuando Roma venció a Partia y se exigió la devolución de los soldados prisioneros, nada se supo de esos hombres a pesar de todos los esfuerzos que se dedicaron a su recuperación.
Año 36 a.C.
La dinastía Han gobierna el Imperio Celeste de China. Este gran estado poseía ya por aquel entonces 40.000 kilómetros de carreteras (aproximadamente la mitad que Roma) y en ese año el general Gan Yanshou emprendió una campaña militar en los territorios fronterizos occidentales, la actual provincia de Xingiang, contra los nómadas "xiongnu", que debían hacer más o menos lo que los “pre-hunos” por Bactria y el río Oxus. Las crónicas de esta campaña nos ha llegado a través del historiador Ban Gu, que narra una biografía del general chino. En aquellos momentos teóricamente solo la zona del Pamir separaba al ejército de Gan Yanshou de la legión perdida de Craso. Pero hay algo que hace pensar que estuvieron aún más próximos. Cerca de la actual capital del Tadjikistán, en la ciudad de Zhizhi, el historiador narra cómo su ejército se topó y enfrentó a unos bárbaros, un misterioso enemigo constituido por soldados veteranos, muy disciplinado y protegido en una fortaleza de madera de forma cuadricular, y cómo su infantería estaba perfectamente formada en una línea como de escamas de pescado que protegía cuerpo y extremidades. Puede que sólo sea una hipótesis, pero creo que se trataba de la legión perdida, que prefirió huir del dominio parto y buscar fortuna por su cuenta más allá de lo conocido, y que lucharon por salvar sus vidas contra un ejército poderoso y desconocido, utilizando el testudo contra las flechas con gran eficacia, y que dieron tal lección militar y provocaron tal admiración en los chinos, que estos perdonaron la vida a los últimos 1.000 o 1.500 soldados, los cuales, según Ban Gu, fueron destinados a la provincia de Gansu donde fundaron la ciudad de Liqian (nombre chino que denominaba a Siria y el Oriente romano) para proteger la gran muralla de los invasores.
Unos creen que los descendientes de este contingente fué derrotado y arrasado en el siglo VIII por tropas tibetanas, que en aquel entonces eran mercenarios terribles, auténticos señores de la guerra, pero los estudios genéticos hechos en Liqian dan pie a pensar otras cosas. Por un lado, hay diferencias físicas muy importantes entre los nativos de la zona y el resto de chinos; se ha comprobado que un 46% de sus habitantes tienen rasgos claramente de origen europeo: ojos azules y verdes, pelos rizados y/o de color castaño, y hasta narices aguileñas; hace años se encontraron en torno a cien esqueletos de hace más de mil años con una altura promedio superior a los 180 centímetros. Y si se buscan pruebas más bien arqueológicas, en Liqian quedan los restos de una fortaleza, con 30 metros de longitud y medio de alto, que según los nativos hasta hace poco más de 30 años, medía más de 100 metros de longitud y era mucho más alta... toda una lástima que haya sobrevivido milenios y la hayamos perdido en tan poco tiempo. También se han encontrado restos, como una gran piedra cúbica que alberga misteriosos restos de estilo occidental.
Si bien es cierto que muchos de estos argumentos pueden ser rebatidos y explicados por otras causalidades, creo que la combinación de todos conforma una teoría apasionante. Yo creo que Roma y China se encontraron en Zhizhi, que los romanos lucharon fieramente en aquel lugar del lejano Oriente, y que la legión perdida finalmente alcanzó con honor su merecida libertad.

Fuente: http://www.historiaclasica.com/2007/01/los-romanos-en-china-la-leyenda-de-la.html

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