Durante siglos, los académicos han buscado trabajos perdidos de literatura antigua griega y latina. En el Renacimiento, se encontraron libros en bibliotecas monásticas. A fines del Siglo XIX se hallaron rollos de papiro en las arenas de Egipto. Pero únicamente en Herculano -sur de Italia- se ha descubierto una biblioteca entera del antiguo Mediterráneo.
Antes de la catastrofe ocurrida en el año 79 después de Cristo, Herculano era un elegante balneario en la Bahía de Nápoles, donde muchas familias importantes de Roma descansaban y se recuperaban durante el verano.
Allí también exhibían su superioridad cultural los romanos más ricos, como Lucio Calpurnio Pisón, suegro de Julio César.
Pisón construyó un palacio de más 220 metros de ancho. Cuando fue excavado a mediados del Siglo XVIII, tenía más de 80 estatuas de bronce y mármol de calidad óptima.
Cuando quiso hacer alarde cultural, Jean Paul Getty copió la villa de Pisón para su propio museo Getty en Malibú, California.
La gran villa de Pisón, conocida como la Villa de los Papiros, también contiene la única biblioteca sobreviviente del mundo clásico. Es una colección relativamente pequeña, de unos 2.000 rollos, que la erupción casi destruyó pero preservó simultáneamente.
Una explosión de gas del volcán a 400°C carbonizó los rollos de papiro, antes de que la ciudad quedase enterrada bajo una fina ceniza volcánica que después se enfrió y solidificó.
Desafortunados papirosCuando los excavadores y cazadores de tesoros exploraron la villa en el Siglo XVIII, confundieron los rollos con trozos de carbón y troncos quemados. Usaron algunos como antorchas.
Cuando los excavadores y cazadores de tesoros exploraron la villa en el Siglo XVIII, confundieron los rollos con trozos de carbón y troncos quemados. Usaron algunos como antorchas.
Una vez que se dieron cuenta de lo que eran, el desafío fue ver cómo abrirlos.
Algunos fueron cortados con un cuchillo de carnicero, con resultados predecibles y lamentables. Un curador del Vaticano, Antonio Piaggio (1713-1796), inventó una máquina para abrirlos delicadamente. Pero era una labor lenta: tomó cuatro años desenrollar el primero. Y los rollos tendían a despedazarse.
Algunos fueron cortados con un cuchillo de carnicero, con resultados predecibles y lamentables. Un curador del Vaticano, Antonio Piaggio (1713-1796), inventó una máquina para abrirlos delicadamente. Pero era una labor lenta: tomó cuatro años desenrollar el primero. Y los rollos tendían a despedazarse.
Cuando los excavadores y cazadores de tesoros exploraron la villa en el Siglo XVIII, confundieron los rollos con trozos de
carbón y troncos quemados.
Los fragmentos obtenidos con la máquina de Piaggio eran frágiles y difíciles de leer. "Son negros como un periódico quemado", dice Dirk Obbink, catedrático en papirología en la Universidad de Oxford, en Reino Unido, que trabaja con los papiros de Herculano desde 1983.
Bajo la luz normal el papel chamuscado luce "negro brilloso", relata, mientras que "la tinta es color negro opaco y tornasolado".
Leerlo "no es muy agradable", agrega. De hecho, cuando Obbink comenzó a trabajar con ellos, los fragmentos eran terriblemente difíciles de leer. En algunas piezas no se distingue nada. En otras, se pueden identificar pocas letras con microscopios y movimientos continuos para darles luz.
Mientras, los fragmentos se destrozan. "Al final, había polvo negro sobre la mesa. No quería ni respirar".
Se hizo la luz
Esto comenzó a cambiar hace 15 años.
En 1999, científicos de la Universidad Brigham Young, en Estados Unidos, examinaron los papiros con luz infrarroja. A una longitud de onda de 700-900 nanómetros, fue posible lograr un buen contraste entre papel y tinta. Empezaron a aparecer las letras. En lugar de tinta negra sobre papel negro, veían líneas negras en un fondo gris pálido.
La capacidad de los académicos de rearmar los textos mejoró notablemente. "La mayoría de nuestras lecturas previas eran erróneas", señala Obbink. "No lo podíamos creer. Estábamos 'cegados' por las lecturas reales. El texto no era lo que pensábamos y ahora tenía sentido".
En 2008, se logró otro avance por medio de imágenes multiespectrales.
En vez de tomar una sola imagen de un fragmento de papiro con luz
infrarroja (a 800 nanómetros), la nueva tecnología toma 16 imágenes
diferentes de cada fragmento a distintos niveles de luz y crea una imagen compuesta.
Pero muchos de los textos surgidos hasta ahora son de un seguidor de Epicuro: el filósofo y poeta Filodemo de Gadara, quien se cree murió en Herculano entre 40 y 35 a.C. Tantas de sus obras están presentes y duplicadas, que David Sider, profesor de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos, cree que lo que se ha encontrado hasta ahora es la biblioteca de Filodemo, cuyo patrón era Pisón.
Esto comenzó a cambiar hace 15 años.
En 1999, científicos de la Universidad Brigham Young, en Estados Unidos, examinaron los papiros con luz infrarroja. A una longitud de onda de 700-900 nanómetros, fue posible lograr un buen contraste entre papel y tinta. Empezaron a aparecer las letras. En lugar de tinta negra sobre papel negro, veían líneas negras en un fondo gris pálido.
La capacidad de los académicos de rearmar los textos mejoró notablemente. "La mayoría de nuestras lecturas previas eran erróneas", señala Obbink. "No lo podíamos creer. Estábamos 'cegados' por las lecturas reales. El texto no era lo que pensábamos y ahora tenía sentido".
...y el mismo rollo visto con luz infrarroja multiespectral. Hay cuatro columnas de texto, con muchos espacios.
En 2008, se logró otro avance por medio de imágenes multiespectrales.
En vez de tomar una sola imagen de un fragmento de papiro con luz
infrarroja (a 800 nanómetros), la nueva tecnología toma 16 imágenes
diferentes de cada fragmento a distintos niveles de luz y crea una imagen compuesta.
Con esta técnica, Obbink no sólo busca aclarar las viejas imágenes infrarrojas, sino mirar nuevamente fragmentos previamente imposibles de leer. El detalle de las nuevas imágenes es tan bueno que se puede comparar fácilmente la escritura entre fragmentos, lo cual debería ayudar a reconstruir los textos perdidos de varios fragmentos huérfanos.
¿Qué han logrado descifrar? ¿Los poemas perdidos de Safo, más de 100 obras de Sófocles o los diálogos perdidos de Aristóteles? Bueno, no exactamente.
Pese a haber hallado material en Italia, casi todo lo recuperado está en griego. Tal vez el hallazgo más notable sea un tercio de "Sobre la Naturaleza", obra perdida del filósofo Epicuro.Pero muchos de los textos surgidos hasta ahora son de un seguidor de Epicuro: el filósofo y poeta Filodemo de Gadara, quien se cree murió en Herculano entre 40 y 35 a.C. Tantas de sus obras están presentes y duplicadas, que David Sider, profesor de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos, cree que lo que se ha encontrado hasta ahora es la biblioteca de Filodemo, cuyo patrón era Pisón.
Unos 2.000 rollos han sido recuperados de la villa, de los cuales se han desenrollado entre 1.600 y 1.700.
Son mayormente obras filosóficas en griego, muchas de Filodemo de Gadara, identificado como el autor de 44 rollos y probable autor de otras 120 secciones.
Otras obras incluyen una comedia en latín por Cecilio Estacio, llamada "Faenerator" o "El Usurero", sobre un joven que pide dinero prestado a un alto interés para recuperar a su novia de las manos de un proxeneta.
No se han desenrollado todos los rollos de la villa y, debido al daño que sufren en el proceso, el trabajo está suspendido. ¿Sería posible leerlos virtualmente, sin desenrollarlos?
En 2009, dos rollos de Herculano sin abrir, pertenecientes al Instituto de Francia en París, fueron escaneados en un tomógrafo computarizado, empleado normalmente en procedimientos médicos. La máquina, que puede distinguir tejidos corporales y producir una imagen detallada de los órganos internos, revelaría potencialmente la superficie interna del rollo.Fue una tarea inmensamente difícil, porque estaba bien enrollado y arrugado.
"No pudimos desenvolver numerosas secciones del rollo y aplanarlas en imágenes bidimensionales; se ve claramente la estructura del papiro: fibras y arena", comenta el doctor Brent Seales, profesor de informática de la Universidad de Kentucky, EE.UU., que encabezó el esfuerzo.